
El arrepentimiento es necesario para ser salvos. Sin arrepentimiento no hay salvación.
«Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.» (Hch 2.38)
«Os digo: No; antes si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente.» (Lc 13.3)
«Pero Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan» (Hch 17.30)
«Así que, arrepentíos y convertíos , para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio» (Hch 3.19)
¿De qué debemos arrepentirnos?
Comúnmente se dice que es necesario arrepentirnos de todos nuestros pecados. Si bien esto es cierto, no es lo correcto a la hora de enseñar el arrepentimiento para salvación.
Ya que el arrepentimiento es un cambio total de actitud, a la hora de ser salvos debemos saber claramente de qué nos tenemos que arrepentir. Hay personas relativamente buenas que ante esta demanda no saben de qué deberían arrepentirse, pues, dicen: -no le hago mal a nadie, doy limosnas a los pobres, cumplo mis obligaciones legales y sociales, etc. Sinceramente no se sienten malas personas.
Entonces, lo correcto no es que debemos arrepentirnos de nuestros pecados, sino de «el» pecado. ¿Cuál es ese pecado? La independencia de Dios. El vivir apartados de Dios. Esta es la raíz de todos los pecados.
Este arrepentimiento nos lleva a un cambio total de actitud y de vida. Antes vivía como a mí me parecía, ahora vivo como a mi Señor le parece. Antes me agradaba a mí mismo, ahora agrado a mi Señor. Vivía según mi voluntad, ahora vivo según la voluntad de mi Señor. Antes tomaba mis propias decisiones según mi parecer, mis deseos, mi estado de ánimo, según mis pasiones o según mis razonamientos. Ahora tomo decisiones en la guía del Espíritu Santo buscando agradar a mi Señor.
«Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio.» (Hch 3.19)

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