A los pocos meses de haber llegado al Norte de África, fuimos invitados a participar en una boda, lo cual constituyó una experiencia muy rica para el aprendizaje de la cultura local. Conocíamos a los novios y su familia, pues habíamos estado con ellos algunas veces; en una ocasión, inclusive nos quedamos a dormir en casa de ella. Ambos son un poco tímidos, y si bien llevaban un buen tiempo comprometidos y él estaba siempre en la casa de ella, su noviazgo no se parecía en nada a uno de tipo occidental. Casi ni se hablaban entre ellos. Él hablaba y hacia bromas con las hermanas y hermanos de ella, pero con la novia casi ni se miraban. Es una familia muy tradicional y religiosa, el hombre de la casa hizo su peregrinación a “La Meca” (Ciudad santa del Islam, en Arabia Saudita). Quienes la realizan alcanzan un grado de respeto en la sociedad y se los puede distinguir por su vestimenta. También realizan sus cinco oraciones diarias, el hombre con su esposa y su madre, se levantan todos los días cerca de las cuatro de la mañana para el primer llamado de oración. Pero durante el día vuelven a hacerlo otras cuatro veces, y el hombre en esos horarios va a la Mezquita.
Era sábado anocheciendo, cuando nos avisaron que fuéramos al lugar donde se estaba celebrando la boda. Nos vestimos apropiadamente para la ocasión y salimos, no podíamos desaprovechar esta oportunidad. Cuando llegamos a la casa estaba llena de gente, los hombres en una sala grande en el 1° piso y las mujeres en la planta baja ocupando dos salas. Ya se imaginarán… la novia con las mujeres y el novio con los hombres.
Fui uno de los pocos que tuvo el privilegio de observar todo por estar filmando y estuve autorizado a ingresar en el sector de las mujeres. En la sala de los varones todo era muy tranquilo, conversaban unos con otros sentados en los amplios sillones que rodean todas las salas. ¡Nada extraordinario! Se tomaba té de menta con algunos dulces, y así pasaba el tiempo. Algunos ni siquiera hablaban. Aquí también estaban preparadas varias mesas para luego cenar. En el sector de las mujeres en cambio, había música tradicional que es muy divertida y movediza. Todas lucían sus ropas de fiesta muy coloridas, que por cierto son muy caras. En un momento dado, comenzó el baile entre ellas, algunas se ataban un pañuelo en la cintura al bailar, para mostrar mejor sus movimientos. De vez en vez, cantaban una corta canción que tiene connotaciones religiosas y siempre termina con un grito típico de alegría.
La novia estaba muy hermosa con un vestido especial, de color rojo brillante, muy maquillada, muy bien peinada lucía una corona y algo muy típico: tenía sus manos y pies totalmente “tatuados” con Henna vegetal, que dura algunas semanas. Las salas están totalmente cubiertas de alfombras y como es costumbre todos allí estábamos descalzos. Así fue pasando el tiempo, hasta que pasamos los hombres a comer; Tayín de cordero con ciruelas, luego el segundo plato pollo con almendras; cuando terminamos, los hombres pasamos a las salas de abajo y subieron las mujeres para comer. Las comidas siempre son en mesas redondas donde hay un plato grande en el centro y todos se sirven de allí sin usar tenedores, sino solamente las manos.
De parte de los hombres, siguió la conversación como antes, y algunos comenzaron a recostarse y a dormitar un poco. Eran cerca de las dos de la mañana, algunos ya se habían ido y otros dormían cuando se hizo el primer encuentro de la noche entre los novios. Había mucha timidez entre ellos, casi ni se miraban, aunque se sentaron juntos. Todo esto iba siempre acompañado de ese canto religioso mucha alegría de parte del resto de la gente, aplausos y gritos de festejo.
Después de un buen rato, se llevaron a la novia a otra habitación para cambiarse de ropa. Se puso allí otro vestido más parecido al occidental, con guantes y un tul cubriendo su rostro, todo de color blanco. Nos decían que en algunos casos llegan a cambiarse hasta cuatro veces, pero en esta ocasión fueron solamente dos. Cuando la trajeron nuevamente junto al novio, siguieron los cantos y aplausos todo el tiempo, también las fotos y la filmación. Todo esto transcurrió en la parte alta de la casa. Cuando comenzamos a bajar, acompañando a los novios, el semblante en ella poco a poco empezó a cambiar; nervios, temor, expectativas… Hasta que no pudo sostener más tiempo las lágrimas y comenzó a llorar. Así que la apartaron un poco del resto de la gente… Se acercaba un momento crucial para ella, y duro de presenciar para nosotros… Después de un rato, cuando ella se repuso un poco, volvieron los cantos y ahora los escoltaban dos jóvenes doncellas que llevaban en sus manos grandes velas como de 70 cm. de largo, encendidas. Llegó el vehículo que los trasladaría a la casa donde vivirían a partir de ese momento. Subieron al auto junto con las jovencitas y una tía de la novia. Cuando ellos se fueron, nosotros ignorábamos por completo lo que ocurriría después…
Ya eran las tres de la mañana, se habían terminado la música y la fiesta. Algunas mujeres trataban de acomodar un poco la casa. Los pocos hombres que quedamos, permanecíamos en una de las salas de abajo, charlando con los hermanos de la novia, mientras otros dormían en el mismo lugar. Habrá pasado como una hora cuando nos avisaron que habían regresado los acompañantes de los novios. Nos levantamos, preparándonos como para irnos, cuando nos encontramos con la SORPRESA!!!
No entendíamos qué estaba pasando; pero vimos entrar a todos cantando, danzando y dando gritos de alegría… cuando terminaron de entrar, pudimos ver que alguien traía una bandeja… y sobre ella alcanzábamos a ver como un lienzo blanco no muy grande con manchas de rojo fuerte… Permanecíamos asombrados sin entender mucho, cuando una de las jóvenes tomó aquello, danzando y cantando, lo alzó extendiendo sus manos… y pudimos entonces ver de qué se trataba… “Era la ropa interior de la novia con las pruebas de su virginidad…”
Luego conocimos algunos detalles de lo acontecido en la casa donde se encontraban los novios: Cuando llegaron, estos entraron a su habitación y el resto de las personas esperaron en la sala. Al pasar unos veinte minutos y no tener noticias, alguna de las mujeres golpeó a la puerta preguntando si ya habían terminado. Al tener una respuesta negativa, se volvieron a sentar y siguieron esperando. Al rato volvieron a golpear la puerta y todavía nada… Más tarde, la novia llamo desde adentro de la habitación y todos entraron… Allí comenzó la fiesta ya relatada y tan esperada por todos ellos…
Nos llevó unos cuantos días salir del asombro y del fuerte impacto que recibimos. Realmente nos había apenado muchísimo ver aquella novia llorar tan nerviosa y temerosa, aún fue mayor nuestra consternación cuando supimos como terminó el episodio.
Era nuestra primer experiencia en una boda en el Norte de África…