Dios nos encomendó la predicación del evangelio el reino de Dios. Ya desde el principio de su ministerio Jesús nos dejó indicaciones claras. Es por eso que debemos prestar especial atención al mensaje que transmitimos, esto es de suma importancia.
«Y los envió a predicar el reino de Dios…» (Lc 9.2)
Veamos juntos de qué manera los discípulos, entre ellos Felipe, lo anunciaban:
«Pero cuando creyeron a Felipe, que anunciaba el evangelio del reino de Dios y el nombre de Jesucristo, se bautizaban hombres y mujeres.» (Hch 8.12)
Era un mensaje estrictamente cristocéntrico, como lo anunciaba el apóstol Pablo:
«Pues me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a éste crucificado.» (1 Co 2.2)
No había otro mensaje, ni mucho menos un mensaje centrado en el hombre y sus necesidades.
«Porque no nos predicamos a nosotros mismos, sino a Jesucristo como Señor…» (2 Co 4.5)
«Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos. Amén.» (Ro 11:36)
Considerando todo esto que mencionamos y que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo se encargaron tan minuciosamente de entregarnos un mensaje tan claro, ¿por qué tantas veces en las iglesias se sigue predicando un mensaje motivador centrado en el ser humano y no en Cristo?
Un mensaje antropocéntrico
Un mensaje centrado en las necesidades del hombre es cuando se pregona en primer lugar: Cristo salva, sana, perdona, libera, prospera, te da vida eterna ( y tantas otras cosas que se anuncian). Todo esto no deja de ser verdad, pero son beneficios o consecuencias de reconocer el señorío de Jesucristo y de entrar así al reino de Dios. Si bien la salvación es por fe y por gracia, esquivamos anunciar el costo que esto significa. Leamos al menos estos dos pasajes en donde Jesús nos dice claramente lo que significa seguirle y ser su discípulo: Mr 8.34-36; Lc 14.26-27, 33.
En algunos casos el mensaje se desvirtúa llegando al extremo de poder pactar con Dios para que todo te vaya bien, ofrecen prosperidad y una vida sin problemas. En otros casos arengan exclamando: “pare de sufrir”. Siempre, en estos casos, el mensaje está centrado en el hombre.
Mensaje motivador
Un mensaje de motivación es el que se pregona desde muchos púlpitos cristianos, similar al que se escucha en seminarios y conferencias de pensamiento positivo o mentes emprendedoras, de modernos filósofos, que por supuesto son ateos, agnósticos o sincretistas.
Desde estos púlpitos cristianos se enseña a no hablar cosas negativas, sino “declarar” el bien: “declara salud, declara prosperidad, declara que todo te irá bien”; es lo que arengan muchos predicadores profesionales del púlpito. Y junto con esto enseñan que lo que viene para los últimos tiempos es una iglesia vencedora reinante sobre las naciones, desde donde vendrán a consultarle a ella. Olvidándose de la persecución anunciada por nuestro Señor Jesucristo (Mt 5.10-12; 10.16-25; 24.9; 24.15-22).
Descontextualización del mensaje
Algunos predicadores de renombre, pastores y profetas reconocidos anuncian un mensaje motivador más o menos bíblico. Utilizan versículos o pasajes de las Escrituras de manera adecuada pero al final pierden el foco. Dejan buenas enseñanzas pero por desconocer el mensaje del reino de Dios, al final quitan el foco de Cristo y lo colocan en el ser humano.
A modo de ejemplo veremos uno de los pasajes muy utilizados por los predicadores para animar o “hablar bien” al ser humano:
«Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis.» (Jer 29.11)
Utilizado así fuera de su contexto es una palabra centrada en el ser humano. Cada cual puede contextualizarla en su realidad personal. Fácilmente se puede concluir que el objetivo final de Dios es bendecir al hombre, que el Señor piensa en hacerle bien, darle paz y finalmente cumplirle al hombre sus deseos.
Palabras como estas sacadas de su contexto y especialmente quitándolo del contexto esencial del reino de Dios, son intencionalmente utilizadas por predicadores motivacionales. Parece bíblico, el mensaje es bueno, de hecho es una palabra de ánimo que Dios nos da, el gran problema como hemos dicho antes, es el foco. Una gran mayoría de predicadores de arenga motivacional enfocan este mensaje en el bienestar del ser humano.
El problema está en que terminamos relacionándonos con un Dios humanista que existe para servirnos a nosotros, bendecirnos y hacernos bien. Y por supuesto, este no es el Dios que nos muestra la Biblia.
Un mensaje enfocado correctamente
Pero si leemos correctamente Jeremías 29.11 en su mismo contexto de todo capítulo 29, vemos que verdaderamente Dios cumplirá esta palabra pero bajo algunas condiciones que el hombre deberá cumplir, como ejemplo de esto: «me buscaréis de todo vuestro corazón» (Jer 29.13). En su contexto habla de obediencia, de santidad y de todo un propósito que Dios estableció para este pueblo que por causa de la desobediencia lo envió al cautiverio por muchos años.
El mismo texto utilizado en su correcto contexto nos enfocará en el propósito eterno de Dios, en sus planes proyectados desde antes de la fundación del mundo y en la exaltación de nuestro Señor Jesucristo. Los pensamientos que Dios tiene es que su eterno propósito sea cumplido. No estamos en esta vida al azar, ni el fin de todo es nuestro bienestar. Dios tiene pensamientos de paz para con nosotros y quiere hacernos bien, como parte del cumplimiento de sus propósitos. Dios es soberano y eterno.
La centralidad de Cristo en nuestro mensaje
Jesucristo es el centro del universo y de los planes de Dios. Todo fue creado por Él y para Él. Y todo en Él subsiste, sin Él nada de lo que fue hecho estaría hecho.
«Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos. Amén.» (Ro 11.36)
«Él es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación. Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él. Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten; y él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia, él que es el principio, el primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la preeminencia; por cuanto agradó al Padre que en él habitase toda plenitud, y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz.» (Col 1.15-20)
«En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios. Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.» (Jn 1.1-3)
«en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo; el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas. » (He 1:2-3)
El evangelio del reino de Dios son las buenas noticias del hecho de Jesucristo. El mensaje que nos fue encomendado es absolutamente cristocéntrico. La salvación del hombre es el medio para cumplir el propósito eterno de Dios. Jesucristo mismo fue quien comenzó su ministerio aquí en la tierra diciendo: «arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado.» (Mt 4.17).
Muchas veces, como humanos que somos, necesitamos una palabra de ánimo o consuelo. Dios nos anima y desafía también con su palabra. Por lo tanto toda palabra de motivación es importante a su tiempo, solamente que prestemos especial atención en dónde ponemos el foco. Toda palabra siempre debe enfocar a Cristo y sus propósitos. Si somos animados es para afirmarnos y así cumplir sus planes.
Somos testigos de Jesucristo y embajadores del reino de Dios. Él nos encomendó anunciar su mensaje, prestemos mucha atención a lo que proclamamos y transmitimos.
Somos portadores de un mensaje cristocéntrico.
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Temas relacionados:
Romanos 10:8,9,10.
El señorío del Señor sobre nuestras vidas nos dan la salvación aquí y más allá la vida eterna.
Con todo eso debemos dar las añadiduras que él va sumandonos.
Muchas gracias por tu comentario Juan querido… Abrazo grande!!!