Meditando acerca de la fe y la esperanza que tenemos por la visión que hemos recibido en Cristo Jesús, recordé cosas que escribí hace tiempo. Volví a leerlo y me pareció oportuno compartirles el siguiente párrafo del libro “DAVID Y GOLIAT, Una Figura del Islam”. Así que ahí se los dejo. La reflexión es, ¿somos verdaderamente creyentes?
“David era intrépido y creyente. Y aquí quiero destacar la palabra creyente. David era un creyente de verdad. Y esta palabra difiere mucho en el concepto con el que en las iglesias en general hoy en día se les llama a sus miembros. La costumbre hoy es llamar creyente a todos los cristianos, porque la idea es que creen en Dios. Entonces se utiliza la palabra creyente como sinónimo de cristiano. Pero erramos al hacer esta afirmación, pues no se es creyente simplemente por creer en Dios. De esta manera, el diablo también cree que hay Dios y no por eso es cristiano ni creyente (Santiago 2.19).
Todos nos llamamos a nosotros mismos creyentes. Con esta idea estamos afirmando que el ejército de Israel que estaba temblando de miedo junto a su rey Saúl, sin saber qué hacer frente al gigante que se había parado delante de ellos para desafiarlos, también eran creyentes, pues eran el pueblo de Dios. Pero había una gran diferencia entre David y el resto del pueblo.
Deberíamos restaurar de su mal uso la palabra creyente. Para afirmar que se trata de alguien que no solo cree que Dios existe, sino que le cree a Dios. Cree toda su Palabra, cree todas sus promesas y vive por ellas. A Tomás, uno de los doce, el Señor le dijo: «No seas incrédulo, sino creyente» (Juan 20.27). Tomás no estaba siendo creyente. Creía en Jesús, pero no estaba creyendo a Jesús, no estaba creyendo las palabras que Él había dicho. Habiendo dado las explicaciones necesarias acerca de ser creyentes, volvemos a David para afirmar que él sí era verdaderamente un creyente. Pues conocía y creía a Dios. Y por lo tanto, vivía en la fe de Dios.
Cuando somos verdaderamente creyentes, nunca estamos solos pues contamos siempre con la grata compañía del Señor en nuestras vidas, en todo lugar y en todo tiempo. Nos sentimos realmente respaldados en todo lo que emprendemos. Y no somos amedrentados por los desafíos que se nos presentan, más bien los tomamos como una gran oportunidad para que el poder de Dios sea manifestado a través de nuestras vidas. Como podemos ver en el ejemplo de David relatado en 1 Sam 17:26, al notar lo que estaba ocurriendo en el campamento preguntó a los que estaban cerca de él: « ¿Qué harán al hombre que venciere a este filisteo, y quitare el oprobio de Israel?»
David no se atemorizó ni se amedrentó ante el tremendo desafío de tener que enfrentar a semejante fiero enemigo. Él vio en primer lugar que Israel, su propio pueblo, estaba en oprobio y vergüenza. Vio también la realidad de que nadie de los suyos, aun siendo hombres entrenados para la guerra, se animaba o disponía delante de Dios para vencer la dificultad y sacar al pueblo de Dios victorioso.
No sólo que no se amedrentó ni se atemorizó, sino que vio en Goliat una gran oportunidad para que el poder de Dios se manifestara a través de su vida. David, viendo el oprobio de su pueblo y reconociendo la gran oportunidad de manifestar el poder de Dios, se llena de un sentimiento de gran coraje. Es lo que podríamos llamar como una ira santa, y también desafía con mucha valentía e intrepidez, diciendo en el mismo verso 26: « ¿Quién es este filisteo incircunciso, para que provoque a los escuadrones del Dios viviente?»
Cuando un hijo de Dios tiene muy claros sus principios de vida, y ha comprendido por revelación cuál es el propósito eterno de Dios, este se transforma en su propia meta principal, en aquello para lo cual pone su vida y la gasta. Vive para eso y no se distrae con otras cosas de menor importancia. Ha descubierto el reino de Dios y lo vive cada día de su vida. Ha entendido el señorío de Jesucristo, que si bien Cristo es Salvador, más que eso, ¡Es el Señor!”
¿Entonces… somos creyentes?
que buena pregunta… no me canso de leer el libro y lo he compartido con todo aquel que no sabe a quien creerle… o que todavía sigue cabizbajo y decaído cuando las pruebas lo agobian… y no porque no me haya pasado hasta que conocí al buen maestro que me enseñó que aunque mi padre y mi madre me abandonen, el estará conmigo por siempre!!!!! gracias x seguir dandonos conocimiento amigo!!!! yo le creo a mi Dios mi amigo fiel, mi Señor, el deseado de LAS NACIONES!!!!! BENDICIONES MIL GABI!!!!
buenísimooooo!!!!