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Solícitos en Guardar la Unidad

La Unidad de la Iglesia – 4

Guardar la Unidad

«Yo pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados, con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor, solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz.» (Ef 4.3)

El Espíritu Santo por medio del apóstol Pablo exhorta a la iglesia a estar solícitos en guardar la unidad. La iglesia nació siendo una y es de suma importancia mantener esa unidad.

«...hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios.» (Ef 4.13)
«...de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor.» (Ef 4.16)
«Os ruego, pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que habléis todos una misma cosa, y que no haya entre vosotros divisiones, sino que estéis perfectamente unidos en una misma mente y un mismo parecer.» (1 Corintios 1.10)

En nuestros días el trabajo es mayor aun, ya que lamentablemente la iglesia está muy dividida. Así que es necesario primeramente edificar la unidad. Debemos recuperarla y luego guardarla.

Solícitos en Guardar la Unidad

Vínculos de Unidad

¿Cuál es el vínculo que nos une como iglesia?

«Y sobre todas estas cosas vestíos de amor, que es el vínculo perfecto.» (Col 3.14)
«...solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz.» (Ef 4.3)

El amor es el vínculo perfecto. ¿Se refiere esto a un sentimiento? ¿O más bien se refiere a lo revelado en la primera epístola a los Corintios capítulo 13?

La paz es una señal que nos avisa si estamos bajo el reino de Dios. Es un distintivo dentro de nosotros que nos avisa si estamos en su reino (Ro 14.17).

El vínculo que nos une los unos a los otros, no es la teología, ni una experiencia, no nos une el estar bajo un mismo ministerio, ni tampoco el hecho de creer en Jesucristo. No nos une el sentimiento de bienestar cuando estamos juntos. Pues, todas estas cosas son muy vagas y dispersas, no representan un fundamento sólido.

El vínculo fundamental que nos une es una completa revelación del Reino de Dios y su propósito. Una comprensión del Señorío de Jesucristo en mi vida. Lo que significa ser un discípulo suyo y una clara comprensión de su expresa voluntad, incluida su revelación acerca de la unidad de la iglesia. Nos une una misma visión revelada a nuestros corazones, una misma fe y un mismo sentir. Nos une una misma esperanza. Una misma vocación. Unidos en un mismo cuerpo y Espíritu.

«Un cuerpo, y un Espíritu, como fuisteis también llamados en una misma esperanza de vuestra vocación; un Señor, una fe, un bautismo, un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos, y por todos, y en todos.» (Ef 4.4-6)

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