Veamos ahora nuestra relación con la Palabra de Dios. Mas específicamente la palabra revelada por medio de Jesucristo es nuestro fundamento, es el fundamento de nuestra fe. Nuestra relación o actitud hacia ella debe ser un compromiso de conocerla, creerla, vivirla y enseñarla a otros.
Conocerla
«y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.» (Jn 8.32)
«el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad.» ( 1 Tim 2.4)
Como hemos dicho anteriormente, la revelación de la verdad dada por medio de Jesucristo, que está registrada en el Nuevo Testamento, es nuestra única fuente de autoridad. Para conocer bien la verdad es necesario meditar en ella y pedir revelación.
Meditarla
«Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien.» (Jos 1.8)
«Sino que en la ley de Jehová está su delicia, Y en su ley medita de día y de noche.» (Sal 1.2)
Pedir Revelación
El conocimiento de la verdad nos viene exclusivamente por revelación. No se puede conocer la verdad intelectualmente por medio de estudios, aunque por supuesto, estos ayudarán de alguna manera a la revelación. Por esta razón debemos escudriñar las Escrituras acompañado de oración buscando, en la guía del Espíritu Santo, que nos sea revelada.
«para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él, alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos, y cuál la supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, según la operación del poder de su fuerza,» (Ef 1.17-19)
«que por revelación me fue declarado el misterio, como antes lo he escrito brevemente» (Ef 3.3)
Creerla
Hay una diferencia importante entre conocer y creer, algunas veces confundimos entre conocimiento y fe. En ocasiones hablamos desde un conocimiento pero no está tan revelado para que esto produzca la fe necesaria. La fe viene por el oír la Palabra de Dios, esto produce revelación, trae luz, produce visión. Esto es lo que necesitamos, no alcanza solo con conocer.
«Por tanto, cuando resucitó de entre los muertos, sus discípulos se acordaron que había dicho esto; y creyeron la Escritura y la palabra que Jesús había dicho.» (Jn 2.22)
«Enséñame buen sentido y sabiduría, Porque tus mandamientos he creído.» (Sal 119.66)
«Vosotros sois mis testigos, dice Jehová, y mi siervo que yo escogí, para que me conozcáis y creáis, y entendáis que yo mismo soy; antes de mí no fue formado dios, ni lo será después de mí.» (Is 43.10)
Vivirla
De nada sirve si decimos que creemos y no vivimos las enseñanzas de nuestro Señor Jesucristo. Como lo expresa Santiago, lo que vivimos manifiesta lo que verdaderamente creemos. Por nuestras obras se conoce nuestra fe. Esto va relacionado con lo anterior, si solamente sabemos algo pero si no se nos ha revelado aún no creemos, sino creemos verdaderamente no lo vivimos.
«Pero gracias a Dios, que aunque erais esclavos del pecado, habéis obedecido de corazón a aquella forma de doctrina a la cual fuisteis entregados» (Ro 6.17)
«…se han sometido de corazón a la enseñanza* que les fue transmitida.» (NVI)
«Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca. Descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa; y no cayó, porque estaba fundada sobre la roca.» (Mt 7.24-25)
«Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos. Porque si alguno es oidor de la palabra pero no hacedor de ella, éste es semejante al hombre que considera en un espejo su rostro natural. Porque él se considera a sí mismo, y se va, y luego olvida cómo era. Mas el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será bienaventurado en lo que hace.» (Stg 1.22-25)
«enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado» (Mt 28.20)
«¿Por qué me llamáis, Señor, Señor, y no hacéis lo que yo digo?» (Lc 6.46)
Enseñarla
La misión que nos fue encomendada por nuestro Señor y Maestro es de multiplicarnos en otros, predicando el Evangelio del reino de Dios, transmitiendo todo el consejo de Dios, enseñando a obedecer todos los mandamientos de Jesucristo.
«que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina.» (2 Tim 4.2)
«enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado» (Mt 28.20)
«Lo que has oído de mí ante muchos testigos, esto encarga a hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros.» (2 Tim 2.2)
«Pero los que fueron esparcidos iban por todas partes anunciando el evangelio.» (Hch 8.4)
«no he rehuido anunciaros todo el consejo de Dios.» (Hch 20.27)
