El 20 de julio pasado, según el calendario lunar, dio comienzo al mes islámico de «Ramadán» y se extenderá hasta el 19 de agosto próximo. Este es el mes sagrado de los musulmanes, llamado «Ramadán Karím», que significa Ramadán generoso. Es el periodo en el cual todo musulmán deberá ayunar desde el amanecer hasta el atardecer.
Durante este tiempo no se les permite a las personas ingerir ningún tipo de alimento, ni bebida, ni aun puede tragar su propia saliva. Por supuesto tampoco podrá fumar, ni mantener relaciones sexuales. Es tiempo de muchos cambios en la vida del pueblo. Los horarios cambian, la mayoría de las actividades y también el humor de la gente cambia. Los días previos se ve a las personas muy contentas, pues llega el Ramadán! Pero poco a poco van cambiando los semblantes, la espera se hace larga y máxime en estos años donde este mes lunar cae en verano y los días son más largos.
Curiosamente, en la mayoría de los países musulmanes, aunque es el mes de ayuno es la época del año que más dinero se gasta en comida, pues, todo es fiesta cada día desde el momento en que se corta el ayuno. Algunos hasta se levantarán a las 4 de la madrugada para comer antes que salga el sol. La última media hora antes de la puesta de sol, cuando se ha de cortar el ayuno, las calles son un loquero de corridas de acá para allá, todos queriendo llegar a tiempo a sus casas para el desayuno. Muchas veces en las calles se arman discusiones, que a su vez producen atascos en el transito. Será entonces que empiecen los bocinazos que aturden hasta el cansancio. Por supuesto a medida que los días van pasando, el nerviosismo va creciendo. Esto es a rasgos generales el Ramadán culturalmente hablando.
Ahora, ¿qué es lo que pasa en los ámbitos espirituales? Más de 1.300 millones de musulmanes, que equivalen a un 20% de la población del mundo, estarán dedicando ayuno según las creencias y rituales de la religión islámica. Seguramente muchas personas lo harán no por devoción, sino para guardar las apariencias sociales. Pero aún así podemos asegurar que las huestes espirituales se movilizan durante ese tiempo. Y podríamos afirmar que este ha sido uno de los pilares más fuertes que ha facilitado la permanencia y extensión de esta fuerza religiosa durante tantos siglos.
Oremos fervientemente para que este que es un tiempo de mayor apertura espiritual, el Espíritu Santo obre a través de sueños y visiones, y que tengamos más oportunidades de testificar acerca de la verdad de Jesucristo.