El Evangelio nos presenta a una persona
Desde el comienzo Evangelio es buenas noticias. Y esa buena notica es Cristo. Dios hecho hombre que viene a la tierra a salvar y rescatar lo que se había perdido (Mt 18.11), vino a restaurar el reino de Dios en la tierra y vino a buscar al hombre perdido. Entonces el evangelio, las buenas noticias, es una persona, Jesucristo.
Evangelio no es un cambio de religión, es una relación. Una relación profunda y directa con Dios. Es comunión con Dios. Jesús no vino a traer una religión, sino vino a reconciliar al ser humano con Dios. Vino a restaurar nuestra relación con Dios.
El Evangelio salva personas
El evangelio es, entre otras cosas, las buenas nuevas de lo que Jesús hizo en la cruz. Jesucristo murió en la cruz no por un programa, ni por una religión, ni por actividades, ni por reuniones. Murió en la cruz por personas. Murió en la cruz por Gabriel, murió en la cruz por Pepi, murió en la cruz por Georgina, murió en la cruz por Irene, murió en la cruz por cada uno de nosotros. No murió por actividades, por programas, por religión, por reuniones, murió por personas.
Entonces, el Evangelio es una persona, enfocado en salvar personas. Es reconciliación y relación con Dios. Luego también es relación con los hermanos, comunión con más personas.
Discipulado se trata de personas
Las buenas noticias no solo incluye un evento donde recibo la salvación, sino que evangelio también contiene el discipulado, que es el camino hacia el perfeccionamiento, en el cual vamos siendo transformados a la imagen de Jesucristo. El Señor nos envió a hacer discípulos (Mt 28.10-20). A esto llamamos discipulado. El discipulado no es un programa, no es una reunión, no es actividades, no es un evento. Discipulado es cuidar y ayudar a personas en su crecimiento y desarrollo.
Para el discipulado hemos desarrollado algunos programas de enseñanza que nos ayuden a concentrarnos en los fundamentos bíblicos. Nosotros por años hemos usado lo que llamamos ¨Puerta, Camino y Meta¨. La enseñanza es buena, todo lo que contiene. El material en sí esta bueno, el problema es cuando nos encajamos dentro de ese material y lo usamos para programas y nos olvidamos que ese material lo usamos con personas. Si primero están las personas y luego usamos este material está bueno, pero muchas veces la prioridad es transmitir las enseñanzas.
Entonces al final el Evangelio desde el principio y en su recorrido es personas. Tenemos que cuidar personas. Tenemos que ayudar a personas. Lo hemos tomado más como enseñar, un programa de enseñanza. Pero tenemos que ayudar, cuidar, acompañar, animar, exhortar, corregir a personas.
Discipulado es cuidar personas, ayudar, acompañar

No se hace discípulos en reuniones. Discipulado no es un programa, ni una actividad. Discipulado es relación. Se hace discípulos en una convivencia, enseñando con el ejemplo de vida, transmitiendo vida. De una persona a otra persona.
Discipulado es cuidar, acompañar personas. Es hacerle preguntas acerca de cómo está, cómo se siente, cómo vive, cómo va llevando la vida, cómo se va arreglando con algunas circunstancias en particular, con algunos problemas. ¿Cómo lo podemos acompañar? ¿Cómo lo podemos ayudar? Eso es discipulado. No es programas.
¡Qué feo es cuando en una relación de discipulado las preguntas solo se centran en los programas y no en las personas! Del tipo: ¿Hiciste tal cosa? ¿Fuiste a tal lado? ¿Visitaste a tal? ¿Cuando te vas a juntar con tal? ¿Por qué no fuiste a tal reunión? ¿Memorizaste tal versículo? ¿Qué recuerdas de lo que leímos la semana pasada? Enfocados en programas nos olvidamos de las personas.
Potenciar personas en su desarrollo
Luego en un punto de crecimiento, el hermano va alcanzando alguna madurez espiritual, llegamos a un punto de empezar a servir a otros en la iglesia, discipulado también tiene que ver con potenciar personas. Es decir, quizás hemos caminado con un hermano seis meses, un año o dos; conocemos a esa persona, vamos conociendo cuales son sus talentos, cuál es la gracia que Dios va desarrollando, le ayudamos a reconocer los dones del Espiritu Santo que Dios ha puesto en su vida. Entonces también le ayudamos a que funcione, le animamos a que utilice esos dones. De esa manera lo estamos potenciando, lo ayudamos en su desarrollo. Que el hermano pueda servir a Dios con mayor excelencia.
Es potenciar, es empoderar. Es poder ayudar a los discípulos a que puedan reconocer el potencial que tienen en sus vidas. Lo que Dios ha puesto en ellos, sea de manera natural, de nacimiento (talentos) o sea de manera sobrenatural, por medio de del Espíritu Santo (dones), que Dios ha ido poniendo a lo largo de la vida. Es ayudarle a que vean esa gracia, esos talentos, esos dones que Dios ha puesto en sus vidas. Y ayudarles a a que los usen, a que lo desarrollen, que se multipliquen, a que lo pongan al servicio del reino de Dios y lleven gloria a Dios. Porque al final para eso nos lo da el Señor.
Cada uno de nosotros somos bueno para algo. Nadie de nosotros es muy malo en todo. Somos malos en muchas cosas, también somos buenos en algunas cosas. Entonces no tenemos que enfocarnos tanto en lo malo que somos. En lo malo que son las personas, o malo que son las culturas. Naturalmente nos enfocamos en la parte negativa. Entonces, sin dejar de ver lo malo para corregir, tenemos que enfocarnos en esa gracia que Dios ha puesto. Ayudarlo a que lo vean. Ayudarlo a que vaya comprendiéndolo más, y a que empiece a funcionar, a practicarlo, a vivirlo y luego que siga creciendo en eso y lo vaya perfeccionando. Y así llevar fruto para el reino.
Eso debería ser un poco el trabajo de un discipulador, entendiendo las limitaciones que cada discipulador tenga, pero entonces aquellos que están en función de liderazgo dentro de la iglesia son los que completarán esas faltas en las limitaciones que tienen los discipuladores. Y en última instancia, aquellos que están al ministerio, o sea apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y maestros, deberían completar lo que falte.
Los mas débiles
Otra cosa de suma importancia. Tenemos que cuidar a los más débiles. Esto lo hemos hablado al comienzo de los confinamientos, ha sido como un llamado de atención, decir: ¨en este tiempo hay que cuidar a los mas débiles ¨. Aquellos que les cuesta más relacionarse, salir, moverse, que quizás les cuesta más alimentarse espiritualmente solos, los débiles en la fe, hay que cuidar más a esas personas.
Esto debería ser siempre así, no solamente en tiempos de pandemia y persecuciones, siempre deberíamos cuidar a los mas pequeños. Muchas veces estamos tan enfocados en ¨producir para el reino ¨, en programas y actividades, que nos olvidamos de las personas y mucho mas aún nos olvidamos de los mas indefensos.
En aquellos hermanos que se van desarrollando de manera mas o menos normal, deberíamos confiar más en la obra del Espíritu Santo y lo que van haciendo en sus relaciones. Y así estar más atentos a los que están solos. El Señor nos enseñó, hablando del cuerpo, que a los que son más débiles, los que son menos decorosos, los vestimos más dignamente, los tratamos con mas decoro (1 Co 12.22-24). Pues, eso deberíamos hacer en la iglesia.
¿Y los descarriados?
El Señor nos dijo también, que el buen pastor deja las 99 ovejas (Mt 18.12-14). Están ahí juntas, pueden aguantar porque están juntas, se pastorean las unas a las otras, van todas juntas para todos lados, a donde hay pastos, a donde hay agua, se pastorean entre ellas. Entonces el buen pastor puede dejar las 99 e ir a buscar la perdida, la pernil-quebrada, la que quedó atrapada en algún arbusto, en algún alambre, hay que ir a buscar a esa. Y ese es el trabajo del buen pastor. Tenemos que prestar atención a esto, porque el riesgo que corremos constantemente es que estamos tan ocupados de que las 99 estén alegres, felices y entretenidas. Programas. Pensamos: bueno se perdió una, pero no estaba bien, era un hermano difícil, complicado. Pero el Señor dice: no, deja las 99 y ve a buscar al perdido.
Entonces el evangelio y el hacer discípulos se trata de personas. Al final es todo enfocado en personas, no en programas y actividades. Es cuidar personas. Entonces esto deberíamos recordarlo siempre, no perderlo de vista.

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