El apóstol Pablo nos deja con mucha claridad y de manera práctica las formas de la iglesia en sus encuentros de comunión: cuando os reunís, cada uno tiene.
« ¿Qué hay, pues, hermanos? Cuando os reunís, cada uno de vosotros tiene salmo, tiene doctrina, tiene lengua, tiene revelación, tiene interpretación. Hágase todo para edificación.» (1 Co 14.26)

La actual estructura de la iglesia evangélica en general y su forma litúrgica se oponen considerablemente a la visión del apóstol Pablo acerca de la iglesia como cuerpo. El cuerpo actual se traduce en una gran boca y una cantidad de pequeñas orejas, uno que habla y muchos que escuchan. La enseñanza viene de una o a lo mas dos personas que «dan» y todos los demás «reciben». ¿Será que esas pocas personas están capacitadas espiritualmente con todos los dones para satisfacer las necesidades de crecimiento de todo el cuerpo de Cristo? Difiere de la enseñanza bíblica que dice que somos un cuerpo, todos miembros los unos de los otros, todos los miembros «bien concertados y unidos entre si, por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro» (Ef 4.16).
La liturgia protestante es un obstáculo para el desarrollo, porque alienta la pasividad, limita el funcionamiento de todos los miembros. Las Escrituras nunca alientan a un encuentro de la iglesia donde todos permanecen callados y pasivos, «recibiendo». Por el contrario, los encuentros de la iglesia primitiva (y bíblica) son reuniones abiertas en la guía de Jesucristo, con la presencia real del Espíritu Santo, su dirección y ministerio. Como ejemplo el resultado del concilio en Jerusalén: «ha parecido bien al Espíritu Santo y a nosotros…» (Hch 15.28)
Es un encuentro activo, dinámico, compartido. Si bien recibimos y somos edificados, exhortados, animados y corregidos, la actitud que sobresale es la de dar, ministrar, a Dios primeramente y a los hermanos en segundo lugar.
«Cuando os reunís, cada uno tiene… Y otro tiene… Y otro tiene… todo para edificación» Todos tienen algo para ministrar a los demás. En estos encuentros hay salmos, profecías, hay enseñanzas. Todos participan de estas cosas libremente, luego los ministerios de gobierno de la iglesia (Apóstoles, Profetas, Evangelistas, Pastores y Maestros) completan las enseñanzas mas profundas. Estas reuniones no tienen una forma litúrgica, ni están dominadas por el púlpito. Son espontáneas en la guía del Espíritu Santo. Es libre pero ordenado: 1 Co 14.27-32; 39-40
La iglesia no es una reunión, ni una institución, sino una familia, un pueblo que convive alrededor del Padre. Si vemos la vida de la iglesia como una reunión perdemos su realidad, su profundidad y su esencia.

Koinonía: En la Iglesia lo primero y mas importante es nuestra relación con Dios, en segundo lugar la comunión los unos con los otros. Estas dos cosas están mucho mas allá de cualquier estructura, que cualquier programa o actividad. No importa cómo, cuándo, dónde. Sin comunión no hay iglesia.
Las reuniones son eventos y la iglesia no vive ni se alimenta de eventos. Sino que la vida de la iglesia y su edificación se dan a través de relaciones, la ayuda mutua según la actividad propia de cada miembro, la funcionalidad de todos los miembros (Ef 4.16).
La iglesia es (y debe serlo en la práctica) columna y baluarte de la verdad.
«para que si tardo, sepas cómo debes conducirte en la casa de Dios, que es la iglesia del Dios viviente, columna y baluarte de la verdad.» (1 Tim 3.15)

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La libre y espontánea participáción de los santos es la gran necesidad actual de la iglesia. Oscar desde Rosario. Saludos!!
Excelente , es la vida del cuerpo , la vida del Espíritu en cada miembro ,dejarla fluir,tenemos que romper los paradigmas religiosos. .
Estimados hermanos, muchas gracias por los comentarios!!!
Disculpen las molestias, hemos mudado esta página, ahora lo atendemos desde el siguiente sitio:
https://hacerdiscipulos.com
Disculpen las molestias, muchas gracias! Bendiciones!!!